Un artículo de la investigadora científica Rebecca Culshaw que invita a reflexionar sobre el colosal negocio de las multinacionales farmacéuticas

"Existen evidencias suficientes para sostener que toda la base de esa teoría está equivocada"


Tras diez años proyectando modelos matemáticos sobre la teoría del VIH como causa de la llamada enfermedad del SIDA Rebecca Culshaw decidió hacer frente a sus propias convicciones y escribió un artículo titulado ¿Por qué abandoné la teoría del VIH como causa del SIDA? En él, desde su experiencia como investigadora del más alto nivel, afirma: “Existen evidencias suficientes para sostener que toda la base de esa teoría está equivocada. El SIDA no es una enfermedad tanto como una estructura sociopolítica que pocas personas entienden y aún menos se cuestionan. El problema de la causa parece estar fuera de toda duda e incluso plantearlo se juzga irresponsable… pero las hipótesis en ciencia merecen ser estudiadas y ninguna debe aceptarse antes de que sea probada; especialmente cuando su aceptación ciega tiene horribles consecuencias”.

Han pasado veinte años desde que se nos dijo que un retrovirus bautizado como VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) causa una enfermedad llamada Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) caracterizada porque la persona infectada se queda prácticamente sin defensas y expuesta a adquirir fácilmente cualquier dolencia que alguien sano superaría sin problemas pero a ella puede causarle la muerte. Y lo cierto es que a pesar del tiempo trascurrido los ciudadanos de a pie saben poco más de lo que se les contó en un principio. Eso sí, las autoridades sacuden cada cierto tiempo nuestra conciencia con cifras alarmantes y con la vaporosa promesa de una vacuna que nunca llega a pesar de los miles de millones de euros invertidos en su búsqueda. ¿En la dirección correcta? Al menos en la dirección científica y oficialmente aceptada. ¿La única? Evidentemente no porque un amplio grupo de científicos discrepa de las teorías oficiales. Algunos de ellos eran considerados investigadores de primera línea y gozaban de un gran prestigio… hasta que se atrevieron a disentir de la teoría oficial del VIH como causa del SIDA. Obviamente, como sucede siempre en estos casos, sus argumentos se ocultan y no ocupan una sola línea ni en los medios de comunicación convencionales ni en las grandes revistas científicas.

Podríamos decir que la postura oficial es la representada por John P. Moore, un científico que se encuentra especialmente cómodo escribiendo contra los que disienten de sus opiniones y que ha llegado a afirmar: “Me extenderé muy poco sobre por qué no encuentro apropiado debatir con quienes niegan el VIH y se definen como científicos o se autoproclaman como tales. La principal razón es que no hay nada que debatir. La segunda es que no hay nadie con quién debatir. Uno sólo debería debatir de ciencia con científicos creíbles y ningún científico creíble discutiría el VIH como causa del SIDA”. Moore se negaba así a debatir recientemente con Harvey Bialy investigador con más de 30 años de experiencia en Biología Molecular, editor durante 14 años de una de las publicaciones más importantes de Biotecnología y miembro del mismo club de disidentes que los premios Nobel Kary Mullis y Walter Gilbert así como el prestigioso miembro de la Academia de las Ciencias de Estados Unidos Peter Duesberg. Y como Moore, tantos como puedan ustedes imaginarse.

Todos los disidentes coinciden en el carácter dañino de los antirretrovirales

Ahora bien, ¿todos quienes disienten de la explicación oficial opinan lo mismo? No. Algunos niegan que el VIH exista. Otros, en cambio, admiten su existencia pero niegan que sea responsable de lo que se conoce como SIDA. Pero en lo que sí coinciden todos los disidentes es en el carácter dañino de los antirretrovirales. Lo que sucede es que ni unos ni otros tienen demasiada oportunidad de explicarse. Lo que no está evitando que nuevos miembros de la comunidad científica -en un goteo constante- vayan abandonando el privilegiado club de la oficialidad para unirse a las filas de los disidentes. Unos lo hacen en silencio, otros se ven envueltos -por deseo propio o por las circunstancias- en algo más de ruido. Fue el caso de Mark Pierpont. Nombrado coordinador del Programa de Prevención sobre el VIH/SIDA en Florida (EEUU) a los pocos meses de ejercer su cargo -en junio del 99- redactó su carta de dimisión en la que, entre otras cosas, afirmaba: “Tras una cuidadosa investigación está lamentablemente claro que ha existido un cisma en la investigación sobre el SIDA desde el políticamente cargado anuncio del Dr. Robert Gallo al mundo de que el VIH es la probable causa del SIDA (1984). Desgraciadamente sólo una parte de los datos científicos han sido puestos al alcance del público. Parte que es, con mucho, la más poderosa y respaldada por los depósitos financieros de las agencias del Gobierno Federal como los CDC y los NIH que financian la mayoría de las campañas de información y de los programas de investigación. Esta ciencia dominante es promocionada e incluso manipulada por los gigantes farmacéuticos que tienen un motivo obvio de beneficio. El sistema de Salud Pública y las compañías farmacéuticas son la principal fuente de información sobre el SIDA para los proveedores de cuidados de salud y limitan su información a tan sólo una parte del debate científico ignorando e, incluso, suprimiendo la investigación científica contraria. Ayudado por unos medios de comunicación complacientes el Servicio de Salud Pública ha hecho todo para silenciar las opiniones científicas contrarias y, en consecuencia, ha negado a la población su fundamental derecho a un consentimiento informado. Por la presente retiro mi participación de lo que un día puede ser visto como la mayor violación del Principio de Consentimiento Informado en la historia de la Salud Pública. Muy sinceramente. Mark Pierpont”. Y claro, cabe preguntarse por qué personas que lo tienen todo van a tirar por la borda su carrera profesional y su prestigio a cambio de nada… salvo que sea por ética y por la convicción personal de defender la verdad.

Bueno, pues ahora le ha tocado el turno a Rebecca Culshaw, bióloga matemática. Su artículo, escrito en la primavera de este año 2006 -y por tanto con todos los datos actualizados-, nos permite conocer un poco mejor el lado oscuro del binomio VIH-SIDA

DE MODELAR EL VIH A RECHAZARLO

Culshaw no ha sido galardonada con el Nobel -ni probablemente lo sea ya- pero los diez últimos años de su vida ha vivido inmersa en el paradigma oficial del VIH = SIDA. Su trabajo ha venido siendo crear modelos matemáticos de la infección, un campo en el que entró en 1996. Sola o en equipo tiene, incluso, trabajos publicados al respecto: “Comparison of optimal treatments for HIV”, “Review of HIV Models: The role of the natural immune response and implications for treatment”, “Optimal HIV Treatment by maximizing immune response”, y algún otro más. Bueno, pues su conclusión final hoy es que la visión oficial es falsa. “Durante este tiempo -afirma- he llegado finalmente a comprender que hay suficientes evidencias que permiten sostener que toda la base de esta teoría está equivocada. El SIDA, no es, según parece, tanto una enfermedad como una estructura sociopolítica que pocas personas entienden y aún menos se cuestionan. El problema de la causa parece estar fuera de toda duda e incluso plantearlo se juzga irresponsable”.Sus razones científicas las ha dejado plasmadas en un artículo titulado Por qué abandoné la hipótesis del VIH-SIDA cuya versión original puede encontrar el lector en http://www.lewrockwell.com/orig7/culshaw1.html.

En él recoge las mismas incertidumbres que comparten otros muchos investigadores y aporta argumentos para el debate que quizás no sean suficientemente conocidos y que merecen el respeto al menos de ser tenidos en cuenta en un debate en profundidad. Por ejemplo, ¿sabía usted que no todos los que tienen el VIH acaban padeciendo SIDA? Probablemente sí, pero, ¿sabía que hay quien tiene el SIDA y no tiene el VIH? ¿O que puede ser usted seropositivo en Gibraltar y no en Málaga? Pues sobre estas realidades habla la particular versión de Yo confieso de Rebecca Culshaw, una carta sincera y clara en su argumentación dirigida al corazón de la comunidad ortodoxa y de todos aquellos que experimentan a diario la duda en las convicciones aceptadas: “¿Por qué nosotros como sociedad hemos aceptado tan rápido una teoría para la que existen tan pocas evidencias sólidas? ¿Por qué tomamos las proclamas de las instituciones gubernamentales como el NIH y el CDC, vía portavoces y organizadores, como muestras de fe? El ciudadano medio no tiene ni idea de cuan débil es la conexión que realmente existe entre VIH y SIDA siendo por eso que frases tan insostenibles como ‘el virus del SIDA’ o ‘la prueba del SIDA’ se han vuelto parte de la lengua vernácula común a pesar de que no hay ninguna evidencia de su exactitud.”

POR QUÉ ABANDONÉ LA TEORÍA DEL VIH COMO CAUSA DEL SIDA

Cushaw comienza recordando en su escrito de marzo de este año el impacto que causó en la sociedad norteamericana la irrupción de la enfermedad: “Cuando se anunció en 1984 que la causa del SIDA había sido hallada en un retrovirus que llegó a ser conocido como VIH se creó una gran sensación de pánico. Mi propia familia se vio inmediatamente afectada por ese pánico puesto que mi madre había sufrido varias transfusiones de sangre a comienzos de los 80 como resultado de tres abortos. En los primeros días temimos que nos picaran los mosquitos, temimos besarnos y hasta sentarnos en los retretes públicos. Aún puedo recordar el pánico que sentí cuando después de entrar en un baño público leí un graffiti que decía ‘¿No tienes el SIDA todavía? siéntate en este retrete’”.
Sólo tenía diez años y con el tiempo el pánico se redujo a un murmullo. El miedo a ir al baño o al dentista fue reemplazado por una cautela más realista a la hora de practicar el sexo con desconocidos. Más tarde llegaría la traumática experiencia de someterse a los 21 años a la prueba del SIDA por un exceso de preocupación. “Me pasé dos semanas esperando los resultados convencida de que me moriría pronto y de que sería ‘todo por mi culpa’”. Y eso lo pensaba Cushaw a pesar de no ser drogadicta ni promiscua. Era el miedo. Como era lógico, el resultado fue negativo.

Tiempo después llegaría su dedicación a la Biología Matemática y de ahí ¡a los modelos matemáticos de la infección del VIH y la respuesta inmunológica! “Como matemática encontré que virtualmente cada modelo que estudiaba era poco realista. Las asunciones biológicas en que los modelos estaban basados variaban de autor a autor y eso no tenía ningún sentido para mí”. Diez años trabajando día y noche en torno al VIH. Todo ello para al final rendirse a las evidencias o a los argumentos que ella considera como tales. Diez años para contestar en voz alta la pregunta más importante de su vida. “Así que ¿por qué ahora y sólo ahora he decidido que ya es bastante y no puedo por más tiempo continuar apoyando el paradigma sobre el cual mi carrera entera se ha construido?”

Cushaw describe su experiencia personal que, por supuesto, no es única: “El SIDA hoy tiene poco o ningún parecido con el síndrome para el que fue nombrado. En primer lugar la definición ha sido cambiada por el CDC varias veces extendiéndose para incluir más enfermedades (todas las cuales existían desde mucho antes del SIDA) y a veces a ninguna enfermedad en absoluto. Más de la mitad de todos los diagnósticos de SIDA en los últimos años en Estados Unidos han sido hechos en base a una cuenta de las células T y a una ‘confirmada’ prueba de anticuerpos positiva. En otras palabras, una enfermedad mortal ha sido diagnosticada una y otra vez en ausencia total de enfermedad clínica”.

Todo comienza pues en el diagnóstico. Neville Hodgkinson, un periodista británico, sostiene en su artículo Sida: una catástrofe ¿viral o científica? lo siguiente: “La teoría del VIH como causa del SIDA ha cubierto ciertas necesidades de salud social y pública pero la comunidad científica no ha reconocido los serios fallos que existen en ella y en la práctica médica derivada de la misma; en particular su fracaso para validar la prueba de ‘diagnóstico del VIH’ con el aislamiento del virus. Se pueden haber interpretado mal signos genéticos y químicos producidos por las células inmunes caotizadas como evidencia de la presencia de un virus letal”.

De hecho no existe un modelo unificado que explique el mecanismo biológico real del VIH. “La razón por la que no había ningún acuerdo general matemático acerca de cómo el VIH mata a las células T -explica Cushaw en este punto- era porque no había ningún acuerdo general biológico. Y no lo hay todavía. El VIH es posiblemente el microorganismo más estudiado de la historia -ciertamente es al que más fondos se han dedicado- a pesar de lo cual no hay todavía ningún acuerdo sobre el mecanismo de patogénesis. Peor que eso: no hay ningún dato para apoyar la hipótesis de que el VIH mata las células T en absoluto. No lo hace en el tubo de ensayo. Él, básicamente, sólo se asienta allí como hace en las personas… si es que llega a encontrarse. En 1984 Robert Gallo afirmó que había ‘probado’ que el VIH causa SIDA. Sin embargo, el actual VIH puede ser encontrado sólo en 26 de cada 72 pacientes de SIDA. Hasta la fecha el VIH permanece siendo un blanco huidizo en aquellas personas diagnosticadas con SIDA o simplemente seropositivos”.

Es la doble cara del SIDA. Por un lado la pública, donde todo parece seguro, conocido y controlado por las autoridades. Sin embargo existe una realidad que se oculta. Liam Scheff, otro periodista investigador en temas de salud que lleva años dedicado a estudiar el tema del SIDA, ha escrito en La cara oculta del SIDA: “Cuando se pasa de los titulares te dirán, imperturbablemente, que las pruebas del VIH no están estandarizadas, que se interpretan arbitrariamente, que no se requiere tener VIH para padecer SIDA y, finalmente, que el término VIH no describe una sola entidad sino una colección de material celular no-específico de reacciones cruzadas”.

Pero, ¡bueno! ¿Acaso no está montado todo el edificio de la atención farmacológica sobre los tests y las pruebas diagnósticas? ¿Cuántas vidas se habrán destrozado entonces en el caso del SIDA por presentar como definitivos unos resultados que varían de un lugar a otro y además dependen de quien los interpreta?

“Acerca de las pruebas realizadas para medir la llamada ‘carga viral’ -escribe Cushaw- la mayoría de las personas no es consciente de que ni son pruebas autorizadas para medir la carga viral ni están recomendadas por la FDA para diagnosticar la infección de VIH. Ello es así porque un ‘test’ del SIDA no es sino una prueba de anticuerpos. Se usa carga viral, sin embargo, para estimar el estado de salud de aquéllos diagnosticados como VIH-positivos. Pero hay muy buenas razones para creer que no funciona en absoluto. La carga viral usa el PCR o una técnica llamada amplificación de ADN (bDNA). El PCR es la misma técnica usada para recoger el ADN de las huellas dactilares en las escenas de un crimen. El PCR fabrica en serie ADN o ARN, esencialmente para que pueda verse. Si algo tiene que ser fabricado en serie para incluso ser visto y el resultado de esa fabricación en serie se usa para estimar qué cantidad de patógeno hay en el organismo eso podría llevar a una persona a preguntarse cómo de relevante era el patógeno en un principio. Específicamente, ¿cómo pudo algo tan difícil de encontrarse, incluso usando la tecnología más sensible y sofisticada, diezmar completamente el sistema inmune? El bDNA, mientras, no amplifica nada como en el caso de la PCR, sólo busca los fragmentos de ADN que se creen son componentes del genoma de VIH pero eso no está probado. No hay ninguna evidencia que permita sostener que esos fragmentos no puedan existir en otras secuencias genéticas no relacionadas con el VIH o con cualquier otro virus. Es importante en este punto señalar que la carga viral a estas alturas, como las pruebas de anticuerpo, nunca han sido contrastadas con la norma de oro del aislamiento del VIH. El bDNA usa el PCR como norma de oro o verificación, el PCR usa pruebas de anticuerpo como norma de oro y las pruebas del anticuerpo no usan nada. Ninguna usa el propio virus VIH como contraste de confirmación”.

Es más, el mismísimo premio Nobel Kary Mullis, inventor de la PCR, ha afirmado públicamente que es imposible que su técnica sirva para poder decirle a alguien que es portador del VIH. Llegando a afirmar que habría renunciado al Nobel de haber sabido el uso que se le iba a dar a su invención. De hecho, en el prólogo que escribió al libro de Peter Duesberg, afirma: “Ni Duesberg ni yo podemos entender cómo ha surgido esta locura (…) Sabemos que errar es humano pero la hipótesis VIH/SIDA es un error diabólico”. ¿Y qué decir de los tests? “Hay una buena razón -señala Cushaw- para creer que las pruebas de anticuerpos tampoco son fiables. Los dos tipos de pruebas rutinariamente usados son el ELISA y el Western Blot (WB). El protocolo de comprobación actual es verificar un ELISA positivo con el Western Blot, ‘más específico’ (test que, sin embargo, está prohibido actualmente en Gran Bretaña por inestable). Pero pocas personas saben que el criterio para un Western Blot positivo varía de país a país e, incluso, de laboratorio a laboratorio. Dicho bruscamente, el estado VIH de una persona podría cambiar dependiendo del lugar donde se realice la comprobación”.

Aunque lo más grotesco de todo es que ni los propios laboratorios fabricantes de tales tests osan afirmar que sirven para decidir si alguien tiene el VIH. De hecho los fabricantes del ELISA han llegado a declarar: “Actualmente no existe un estándar reconocido para establecer la presencia o ausencia del anticuerpo VIH-1 en la sangre humana. Por tanto la sensibilidad se ha determinado a partir de diagnósticos clínicos de SIDA y la especificidad se ha establecido en base a donantes aleatorios”.

Otra científico disidente, la doctora Eleni Papadopulos, expuso en la XI Conferencia Internacional del SIDA en Ginebra tras una década de investigación su convicción de que el VIH no ha sido aislado y por tanto no puede disponerse de elementos para fabricar tests de anticuerpos, realizar mediciones de carga viral o preparar iniciadores para la PCR. Incluso el archiconocido doctor Luc Montagnier -considerado codescubridor del VIH- reconoció en una entrevista publicada en 1997 que él no había aislado ningún virus ni establecido relación alguna con el SIDA. De hecho Montaigner pasó a sostener hace ya tiempo que el SIDA no podía explicarse sólo en relación con el VIH y era preciso algo más, indefinido hasta el momento.

El ya mencionado Liam Scheff, refiriéndose a los tests, afirma con ironía al respecto: “Si la leyes del comercio fueran aplicadas con igualdad la campaña ‘Conocer es bueno’ para fomentar los tests del SIDA tendría que llevar una advertencia similar a la del tabaco que dijera: ‘Este test no le dirá si está usted infectado/a por un virus. Quizás le confirme que está embarazada, que ha consumido droga o alcohol, que ha sido vacunado/a: que tiene un resfriado, una enfermedad hepática, artritis o que está estresado/a o hambriento/a o cansado/a. O que es usted africano. No le dirá si usted va a vivir o a morir. De hecho nosotros realmente no sabemos después de todo lo que significa realmente dar positivo o negativo”.

“Lo que no puedo admitir -concluye Rebecca Cushaw este apartado de su explicación- es la idea de que nadie a título individual necesite hacerse un test diagnóstico de VIH. Una prueba negativa puede no ser exacta (cualquier cosa que eso signifique) pero una positiva puede causar unos estragos absolutos y la destrucción de la vida de una persona. Y todo por un virus que es más que probable que no haga absolutamente nada. No creo que haya que añadir mucho más para afirmar que estas pruebas deben prohibirse para propósitos de diagnóstico”.

¿Y qué pasa entonces con África? ¿De dónde salen los millones de personas que la OMS dice que están allí infectadas y esperando la muerte? El África subsahariana continúa siendo la región más afectada en el mundo según los datos oficiales. El 64% de las nuevas infecciones (más de tres millones de personas) ocurren en esta parte del mundo donde ya viven 28,5 millones de ciudadanos con VIH. Pues como con el resto de lo que tiene que ver con el VIH-SIDA es preciso pasar de los grandes titulares -con los que solemos conformarnos- a la realidad sobre el terreno, una realidad de enfermedades endémicas, hambre, miseria y dinero. Mucho dinero… pero para el SIDA. Roberto Giraldo, otro de los médicos investigadores del club de los disidentes, ya alertó de esta situación en su trabajo La industria del SIDA en Africa: un negocio redondo donde, entre otras cosas, escribió: “Puesto que en la mayoría de los países africanos las pruebas del VIH son demasiado costosas como para que su uso se generalice el SIDA se ha venido diagnosticando según los lineamientos establecidos por la OMS, los que se conocen como “Definición Bangui del caso clínico”. Para que una persona se califique como de diagnóstico positivo de SIDA debe presentar una combinación de síntomas tales como pérdida de peso, diarrea persistente y fiebre de un mes de duración así como tos seca. El problema con un diagnóstico sintomático VIH tal es que muchas de sus características difícilmente pueden distinguirse de las de otras antiguas enfermedades como la tuberculosis y la malaria. Además la prueba que se está practicando en África tampoco está exenta del peligro de arrojar resultados exagerados. Según el doctor Harvey Baily, ‘algunas de esas pruebas son tan inespecíficas que entre el 80 y el 90% de los resultados positivos son falsos positivos’. Con el resultado inevitable de que las cifras de infecciones VIH en África han resultado desatinadamente exageradas alimentando el autocumplimiento de la letal profecía”.

Y añade Giraldo, él sí conocedor de la materia y no quienes se limitan a enjuiciar el problema a través de imágenes o titulares de prensa: “Hoy día los jóvenes africanos rehúsan buscar atención médica para las enfermedades tradicionales debido al temor de ser señalados como casos de SIDA. Al mismo tiempo, como anotaba el Ministro de Salud y Cuidado de la Niñez en Zimbabwe, la OMS y la ‘industria del SIDA’ han patrocinado una dañina epidemia de ‘VIH-itis’ en África trayendo como consecuencia el desvío del dinero, la atención médica y el personal de salud de los problemas ya conocidos como la malaria, la tuberculosis, las enfermedades de transmisión sexual y una maternidad segura”.

Es curioso, por cierto, que el abordaje con fármacos del SIDA siempre llegue precedido de mejoras nutricionales en las poblaciones afectadas. Cualquier mejora en la comida y el estado del agua es evidente que redunda en una mejora global del estado físico. Si la alternativa fuera tener malaria o cualquier otra enfermedad endémica y no ser tratado ni alimentado… o declarar su malaria como parte del SIDA y así comer y ser tratado, ¿usted qué opción escogería, amigo lector? Pues eso es lo que pasa en África a diario.

Claro que el SIDA en Occidente quizás haya servido también para otro tipo de instrumentalización médico-política, sin querer entrar en el origen de tan enigmático síndrome. “El VIH, durante muchos años, ha cumplido el papel de un terrorista microscópico -reflexiona Cushaw-. Las personas han perdido sus trabajos, se les ha negado la entrada en las Fuerzas Armadas, se les ha negado la residencia en el país y la entrada en algunos países. Incluso han sido acusadas con cargos de asalto o asesinato por tener sexo consentido; se ha separado a los bebés de sus madres y se les ha suministrado medicaciones tóxicas a la fuerza. No hay ningún precedente para este tipo de comportamiento. Y todo en nombre de una no probada y frágil hipótesis que se basa en pruebas altamente sospechosas y tests indirectos para una supuesta infección por un, según se alega, virus mortal. Virus que sin embargo nunca se ha observado que haga mucho de nada”.

Obviamente los nombres y argumentos expuestos en este artículo son estigmatizados por quienes dominan el sistema sanitario. Y cualquiera puede encontrar un millón de páginas más dedicadas a la teoría oficial que a los planteamientos disidentes. Claro que por cada dólar del que éstos disponen para explicar sus razonamientos los oficialistas cuentan con cientos de millones y una amplia influencia en los medios de comunicación. Hay incluso quienes piden la cárcel para ellos por “irresponsables” y por criticar los tratamientos actuales.

La principal causa de muerte de los VIH-positivos ha sido el fracaso hepático causado por los medicamentos que tomaban diariamente

“Las víctimas reales en este enredo -dice Cushaw- son aquellas cuyas vidas son puestas del revés por el estigma de un diagnóstico de VIH. Esas personas, la mayoría de las cuales están completamente sanas, son animadas a evitar la intimidad y, aún más, se culpabilizan de haber sido de algún modo muy tontos y descuidados. Peor aún: se les anima a que tomen dosis diarias enormes de algunas de las drogas más tóxicas jamás fabricadas (…) Porque la causa principal de muerte entre los VIH-positivos en estos últimos años ha sido el fracaso hepático. No una enfermedad definida como SIDA sino un efecto colateral reconocido de los inhibidores de proteasas que los individuos asintomáticos toman diariamente en dosis masivas durante años”.

¿Tienen razón los disidentes? Hay algo evidente a su favor: el hecho de que llevan años jugándose su prestigio profesional y personal enfrentándose con quienes se están enriqueciendo día a día desde hace dos décadas con el SIDA y se niegan a salvar las vidas de los presuntos infectados con sus productos si no es a cambio de dinero. Sólo eso ya hace los disidentes merecedores de al menos unos minutos de reflexión.

“Después de diez años involucrada en el lado académico de la investigación del VIH así como ampliamente en el mundo académico -concluye Cushaw su alegato sobre el abandono de la teoría oficial- creo de verdad que el reproche por la aceptación universal, incondicional y basada en la fe de tal teoría sin bases recae pesadamente sobre los hombros de aquéllos de entre nosotros que han vinculado activamente una hipótesis completamente sin probar con el afán de prosperar en sus carreras. Claro, las hipótesis en ciencia merecen ser estudiadas pero ninguna hipótesis debe aceptarse como hecho antes de que sea probada, particularmente una cuya aceptación ciega tiene consecuencias tan horribles (…) Yo no puedo por más tiempo permanecer sentada y no hacer nada contribuyendo a esta locura. Y la locura ha durado ya bastante tiempo. Como humanos -como académicos honrados y científicos- lo único que podemos hacer es permitir que la verdad vea la luz”.


 
El investigador francés Luc Montagnier, codescubridor del VIH -presunto causante del Sida-, reconoce ahora que la infección por el virus sólo es un problema grave si el sistema inmune está deprimido. Y admite que a la hora de tratar el Sida es de enorme importancia la higiene, una nutrición adecuada, el estado psicoemocional y, sobre todo, combatir el estrés oxidativo y elevar las defensas del organismo. Siendo especialmente importante la ingesta de antioxidantes porque neutralizar el exceso de radicales libres en la etapa más temprana de la infección puede hacer que el daño potencial sea menor e, incluso, que la progresión de la enfermedad sea más lenta o hasta se detenga. De ahí que en diciembre pasado visitara en Madrid el laboratorio español Catalysis a fin de informarse mejor de los resultados obtenidos con sus productos antioxidantes -sobre todo el Viusid- y en qué consiste el método de activación molecular que les permite aumentar considerablemente su potencia.

Luc Montagnier -profesor emérito del Instituto Pasteur, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2000 -como codescubridor del presunto virus causante del sida, el VIH-, presidente de la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida -creada con el apoyo de la UNESCO cuando su director era Federico Mayor Zaragoza- y uno de los científicos mejor considerados a nivel mundial ha realizado en los últimos meses dos importantes visitas a nuestro país: una a Granada -de carácter público y docente- y otra -de carácter privado- a la sede central en Madrid de los Laboratorios Catalysis.
A Granada acudió para apoyar la candidatura como Rector de la Universidad que encabezaba su amigo y colega el catedrático en Histología Antonio Campos que se tradujo en un encuentro con estudiantes de Medicina y Farmacia y la posterior participación en una mesa redonda sobre cooperación internacional en la que expuso su visión sobre el VIH y su tratamiento. Y en ese sentido hemos de decir que se están silenciando interesadamente algunos de sus planteamientos actuales más importantes sobre el virus y la enfermedad. Porque es verdad que Montagnier sigue defendiendo que el VIH es la causa del Sida pero eso no le ha impedido a lo largo de los últimos años reconocer que para que la enfermedad se manifieste hacen falta otros cofactores. Destacando entre ellos el estrés oxidativo. De ahí que a día de hoy entienda que para tratar la enfermedad sea imprescindible el uso de antioxidantes naturales capaces de reforzar el sistema inmune. "El estrés oxidativo -afirma Montagnier- es sin duda un factor clave. Durante la segunda etapa de la infección por el VIH hay una mayor producción de radicales libres que podría ser causada por varios factores, entre ellos la excesiva producción de radicales de oxígeno por leucocitos polimorfonucleares. La clave puede estar pues en reducir el estrés oxidativo en la etapa más temprana de la infección. Logrando que el daño oxidativo sea más lento la progresión de la enfermedad podría retrasarse e, incluso, detenerse".

EL ESTRÉS OXIDATIVO Y EL SIDA
Ya hemos explicado varias veces en la revista que el oxígeno es una de las grandes paradojas de la evolución. Gracias a él tienen lugar en el interior de la célula complejos procesos -conocidos como beta-oxidación, glicolisis, ciclo de Krebs y respiración celular- que permiten la liberación de la energía contenida en los alimentos y que después se destina a la fabricación de nuevas moléculas indispensables para las funciones vitales. Un delicado proceso en el que se produce un fenómeno bioquímico de intercambio de electrones que da lugar a la aparición de las denominadas Especies Reactivas del Oxígeno, entre ellas los "radicales libres", moléculas inestables que resultan especialmente dañinas ya que se caracterizan por tener en su estructura atómica un electrón desaparejado que a fin de recuperar el equilibrio busca alguno que capturar en su entorno. Lo que logra robándolo de algún átomo cercano que, a su vez, queda desparejado -es decir, se convierte en otro radical libre- iniciándose así una reacción en cadena que puede terminar llevando al deterioro de la estructura de las células adyacentes.
El daño que los radicales libres provocan en los diferentes tejidos depende por eso del balance entre las Especies Reactivas de Oxígeno y las defensas antioxidantes de las que de forma natural está dotado el organismo. De ahí que hoy se considere que la salud está en buena medida relacionada con un adecuado equilibrio oxidativo.
¿Y cuándo hay "estrés oxidativo"? Cuando por mala nutrición, enfermedades -numerosas en África y otros continentes asolados por el Sida- u otras causas exógenas (ozono, pesticidas, contaminación ambiental, el humo del tabaco, drogas, tóxicos presentes en los alimentos, radiaciones electromagnéticas, medicamentos…) se pierde el equilibrio entre radicales libres y antioxidantes. Sin olvidar que hasta las emociones juegan un papel fundamental. De hecho Montagnier llegó a admitir en Granada su importancia en la evolución del Sida. "Nuestro sistema inmunitario -dijo- está también influenciado por nuestro sistema psicológico. La disciplina que lo estudia se denomina Psiconeuroinmunología. Quien tiene una depresión nerviosa puede tener también pues una depresión inmunitaria. Por ejemplo, hay personas que desarrollan un cáncer después de que un acontecimiento familiar grave les haya deprimido. Bueno, pues en el Sida es parecido: si usted y yo tenemos un buen sistema inmunitario podemos exponernos al virus y no infectarnos. Hay mucha gente expuesta al virus que no se infecta porque tiene una buena respuesta inmunitaria. Y de la misma manera, hay personas inmunodeprimidas por diferentes factores, entre ellos los psicológicos, que son más sensibles a la infección y a que el virus se instale definitivamente. También son muy importantes otros factores. Como la nutrición. Hay pues que tomar antioxidantes porque los radicales libres deprimen el sistema inmunitario".
En otras palabras: Luc Montagnier parece acercarse con estas afirmaciones -sin mencionarlo expresamente- a quienes como el doctor Ryke Geerd Hamer en el caso del cáncer piensan que un trauma psicológico puede ser causa de enfermedad. Y reconoce también el valor de las tesis de Claude Bernard que siempre mantuvo -frente a las tesis de Luis Pasteur, quien terminaría dándole la razón poco antes de morir- que los microbios sólo son peligrosos si el "terreno" es el adecuado porque en un organismo con el sistema inmune alto éstos no pueden hacer nada.
A ver, ¿qué tienen que decir ahora los científicos que todavía hoy niegan ambas cosas? ¿Qué tienen que alegar todos esos médicos que aún se permiten despreciar las emociones como causa de enfermedad? Porque quien reconoce hoy públicamente ambas posibilidades no es uno de esos médicos considerados herejes por muchos colegas sino uno de los científicos más prestigiados del mundo.
En suma, Montagnier admite que es en la situación de estrés oxidativo -aumento en la velocidad de generación de especies reactivas del oxígeno y disminución de los sistemas de defensa- cuando se manifiestan las lesiones que producen los radicales libres. Éstos reaccionan químicamente con lípidos, proteínas y carbohidratos -dañando el ADN de las células- así como con componentes de la matriz extracelular por lo que pueden desencadenar un daño irreversible que si es muy extenso puede llevar a la muerte celular. De ahí la necesidad sugerida por Montagnier -y por cada vez más investigadores- de reforzar en caso de enfermedad nuestros medios antioxidantes internos con los externos presentes en muy distintas sustancias naturales.
"Existen numerosos datos sobre la infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) tanto in vitro como en estudios clínicos bioquímicos -escribió ya en 1997 el investigador francés en Journal of Infectious Diseases- según los cuales el estrés oxidativo tiene su papel en la patogénesis del Sida. Informes recientes implican un exceso intracelular de especies de oxígeno reactivo (ROS) en la inducción de la expresión del VIH y en la iniciación de la muerte celular por apoptosis. Hay estudios que demuestran la disminución del glutation en las células mononucleares de la sangre periférica de las personas libres de síntomas que ofrecen la evidencia de una alteración metabólica que conduce a la disminución de la capacidad para contrarrestar el estrés oxidativo. En la patogénesis del Sida el estrés oxidativo se propone como una alteración metabólica que favorece la progresión de la enfermedad tanto por la inducción de apoptosis como por la replicación viral (…) La evidencia de que el estrés oxidativo induce -mientras los antioxidantes inhiben- la replicación del VIH y la apoptosis sugiere el uso de estas moléculas como terapia antirretroviral para reducir la muerte celular en pacientes con Sida".

TRATAMIENTOS NO TÓXICOS
Esa afirmación de Montagnier -realizada, insistimos, en 1997- sigue teniendo vigencia. Diez años después acaba de afirmar en Granada: "Proponemos el diseño de tratamientos no tóxicos para pacientes en las primeras etapas de la infección por VIH. La esperanza es que si podemos restablecer su capacidad de defensa podremos prolongar la fase asintomática del virus y quizás nunca lleguen a la etapa en que van a ser elegibles para la terapia antirretroviral lo cual es un gran problema no sólo por el costo del tratamiento sino también por su duración".
Y díganos, amigo lector: ¿ha visto remarcadas tan importantes palabras en alguno de esos "grandes" medios de comunicación que, por contra, reciben siempre con algarabía cada "noticia" que se difunde sobre la presencia en el mercado de nuevas drogas o cócteles "antirretrovirales"? Evidentemente NO. Lo natural, lo ortomolecular, los suplementos nutricionales... no "venden".
Montagnier destacaría en Granada también que los enfermos de Sida que actualmente son tratados con fármacos antirretrovirales experimentan una mejoría de su sistema inmune pero siguen teniéndolo "deprimido" por lo que para erradicar el virus se debería "conseguir un tratamiento complementario que estimule el sistema inmunitario" del enfermo.
De ahí precisamente que en los últimos años el investigador francés haya centrado algunos de sus trabajos más importantes en el papel de los antioxidantes naturales para conseguir esa capacidad estimulante. Eso hizo, por ejemplo, que en su búsqueda de productos con mejores resultados se encontrara con el extracto de papaya fermentada que él mismo define como "un potente estimulador del sistema inmune" habiéndolo llegado a recomendar "como complemento de la terapia antirretroviral estándar" para tratar de controlar la enfermedad.
Hablamos -explica Montagnier- de un producto "basado en un extracto de frutos de papaya seleccionados y recogidos en los países tropicales- en particular de Filipinas- que son luego fermentados por levaduras a lo largo de varios meses hasta que alcanzan una determinada temperatura para, por fin, obtener así un extracto, un polvo blanco que contiene muchos ingredientes. Obviamente no todos han sido analizados pero ese extracto de papaya fermentada contiene, en particular, unas pequeñas moléculas de azúcar, unos oligosacáridos con propiedades antioxidantes e inmunoestimulantes notables como demostraron estudios efectuados en diversos países, especialmente Estados Unidos". Cabe recordar que la máxima popularidad del jugo de papaya fermentada se dio hace algunos años cuando Montagnier sugirió tomarlo al papa Juan Pablo II para mejorar de su Parkinson.
Debemos agregar que en los últimos años Montagnier ha insistido en la ceguera que sobre este tema existe en algunos círculos científicos y médicos que lo ignoran todo sobre el estrés oxidativo y cómo combatirlo a pesar de que existe una enorme gama de antioxidantes naturales que, a su juicio, podrían incluso ser analizados rigurosamente en ensayos clínicos controlados porque existen en la actualidad criterios objetivos para medir su efecto antioxidante en el plasma y en el nivel de leucocitos.
"El extracto de papaya debe ser utilizado de momento como suplemento alimenticio -declaró en entrevistas anteriores- pero si los ensayos clínicos muestran que es un efectivo coadyuvante en las terapias serias, es decir, en la quimioterapia, las terapias antivirales y la lucha contra el SIDA o el cáncer, no excluiría la posibilidad de que pueda llegar a convertirse en un verdadero medicamento".

MONTAGNIER EN LABORATORIOS CATALYSIS
Bien, pues ha sido precisamente la búsqueda de los mejores tratamientos antioxidantes existentes la que llevaría a Montagnier, poco después de visitar Granada, a realizar una visita privada -a petición propia- a la sede central de Laboratorios Catalysis acompañado por René Y. Olivier, Secretario General de la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida. ¿El motivo? Informarse personalmente a fondo sobre los esperanzadores resultados obtenidos por el laboratorio con sus productos antioxidantes naturales -sobre todo con el Viusid- y el método de activación molecular que les permite aumentar de forma considerable el poder antioxidante de cada uno de ellos. Una metodología de la que en la revista venimos hablando desde hace varios años.
Luc Montagnier reconocería durante su visita a Catalysis -de la que Discovery DSALUD fue testigo excepcional ya que ambas partes autorizaron expresamente nuestra presencia- la imperiosa necesidad de mejorar los tratamientos contra el Sida complementando los tratamientos de los seropositivos con antioxidantes y una alimentación mucho más equilibrada. Y no sólo con alimentos sino también con plantas. "Las plantas -llegaría a manifestar Montagnier durante la reunión en Catalysis- han desarrollado muchos más compuestos de los que nosotros tenemos y tendremos. Son mucho más ricas en fuentes de antioxidantes y otros nutrientes útiles o compuestos farmacológicos activos que los descubiertos por el hombre. Dejemos pues que la naturaleza nos ayude ya que nos proporciona una amplísima gama de compuestos con los que trabajar".
Una línea de trabajo -la del uso de antioxidantes naturales- en la que precisamente viene trabajando desde su creación Catalysis, laboratorio especializado en la formulación y venta de productos nutricionales naturales con presencia hoy en más de 70 países. Fue Eduardo Sanz Navares -Director Científico de Catalysis y miembro de nuestro Consejo Asesor- el encargado de presentar a los doctores Montagnier y Olivier los resultados obtenidos hasta el momento por el laboratorio, muy especialmente con Viusid, "producto -diría Sanz- de gran eficacia antioxidante y antivírica capaz de elevar las defensas del organismo y reducir tanto los efectos destructivos de los virus como de los radicales libres producidos por el estrés oxidativo".
Montagnier escucharía con evidente atención los resultados obtenidos con Viusid en el estudio realizado con enfermos de Sida en el Instituto de Investigaciones Médicas de Kenia (Kemri) en el que se apreció -como datos más significativos- una supervivencia del 79,41% entre los enfermos tratados, la disminución de la carga viral, la estabilidad de los CD4 y la disminución de las enfermedades oportunistas. De hecho después de los primeros tres meses de tratamiento todas ellas desaparecieron.
También le fueron mostrados los resultados obtenidos en el Ghana Police Hospital's VCT Center en cuyo informe final se señala: "Este estudio clínico ha demostrado que las personas que viven con el VIH pueden experimentar importantes mejoras en su estado de salud cuando son tratadas con Viusid. También se ha demostrado que Viusid puede ser muy beneficioso, sobre todo en los entornos de recursos pobres donde los costes de los fármacos y los requisitos necesarios para el control de otros medicamentos son muy onerosos en el control de la enfermedad. El estudio demostró que los pacientes que recibieron Viusid podían ser controlados por su peso, hemoglobina y bienestar general, medidas muy simples, disponibles y, sobre todo, al alcance de los pacientes en entornos de recursos pobres. A la luz de lo anterior Viusid es altamente recomendado para el tratamiento de la enfermedad del VIH. Viusid posee un papel definitivo en la clasificación del VIH como una enfermedad crónica tratable, sobre todo en los entornos con pocos recursos".
Asimismo le serían mostrados a Montagnier los resultados obtenidos con Viusid en Cuba donde un estudio en pacientes con cirrosis hepática dirigido por Eduardo Vilar en el Instituto Nacional de Gastroenterología de Cuba está demostrando una clara mejoría de los pacientes tratados con Viusid. "El tratamiento continuo con Viusid -señalan las Conclusiones del primer corte del estudio- retrasa la progresión clínica en los pacientes con hepatitis C crónica y cirrosis por la reducción significativa del tiempo de progresión de la enfermedad y el aumento de las tasas de supervivencia". Ante lo cual, y sólo ya por sus beneficios hepáticos -nos comentaría Eduardo Sanz-, "resulta muy interesante para los enfermos de Sida dados los gravísimos problemas de hígado, en muchos casos con resultado de muerte, que los tratamientos antirretrovirales acaban provocando en ellos".
Aunque quizás lo que más interesó a Montaigner y Olivier fue saber que los resultados obtenidos por los productos de Catalysis se logran merced a la tecnología propia con la que son tratados y que se conoce como método de activación molecular ya que permite aumentar hasta ¡diez mil veces! -depende de cada caso- la capacidad antioxidante de una molécula. Siendo obviamente esa posibilidad la que realmente suscitó el vivo interés del investigador francés. Discovery DSALUD pudo constatar empero que los responsables del laboratorio no quisieron extenderse demasiado sobre esa tecnología que, sin duda, sería de enorme interés para cualquier multinacional.
Los responsables de Catalysis quedaron de acuerdo en demostrar -con resultados obtenidos bajo estrictos controles- los beneficios de la activación molecular en el momento en que la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida lo desee y no sólo en el caso del Viusid sino también en otros productos actualmente comercializados por el laboratorio español como el Alzer, el Ocoxin o el Diamel.
Montagnier, por su parte, manifestó que trataría de convencer en los próximos meses a los fabricantes de fármacos antirretrovirales para intentar realizar un estudio conjunto con los antioxidantes de Catalysis en los dos centros que la fundación posee en África.
Es más, se mostró dispuesto a "dar la cara" -tal fue su expresión textual- en los foros científicos internacionales por los productos de Catalysis y su tecnología si los estudios previstos confirman los resultados presentados en la reunión. Y es que una de las prioridades del equipo de Montagnier es conseguir integrar los antioxidantes junto a los fármacos actuales en futuros estudios clínicos.
La colaboración planteada durante la reunión no se limitaría en cualquier caso al terreno del Sida. Las áreas de cooperación podrían extenderse a otros ámbitos de la salud ya que Montagnier ha manifestado reiteradamente que "la liberación de radicales por estrés oxidativo" es un factor común en enfermedades en principio tan distintas como el Sida, el cáncer, el parkinson, el alzheimer o la poliartritis por las que siempre ha mostrado gran interés. Por tanto, en su opinión todo lo que sirva para combatir el estrés oxidativo es adecuado en el tratamiento de las mismas.
"Hay bastantes productos disponibles en este momento -ha señalado en otras ocasiones Montagnier- para restablecer un estado de redox y reducir el estrés oxidativo. Productos antioxidantes que pueden producir efectos no sólo a corto sino a largo plazo. Creo que podemos evitar el envejecimiento prematuro así como la aparición de las enfermedades degenerativas nerviosas con un tratamiento antioxidante dirigido a tratar deficiencias particulares en personas particulares".
Antes de volver a Francia, desde donde su fundación continuará las gestiones con Catalysis, Montagnier abogó por los tratamientos personalizados: "Los antioxidantes son importantes -manifestó- pero para ser eficaces deben ser utilizados racionalmente. Hemos de tener en cuenta los parámetros de cada persona. Algunos pueden estar faltos de selenio, de zinc, de vitamina E, de otros nutrientes o de una combinación de los mismos. Por tanto, el tratamiento debe ser planificado de acuerdo con esos parámetros y variar de una persona a otra". A continuación Montagnier lamentaría el escaso interés de los médicos por entender la importancia del estrés oxidativo en todas esas patologías y el poder de los antioxidantes naturales para combatirlos. "Existe una considerable ignorancia sobre este tema en algunos círculos científicos y médicos -se lamentaría- que piensan que la lucha contra el estrés oxidativo se reduce simplemente a la toma de vitaminas C o E. Y, sin embargo, actualmente hay una enorme gama de productos antioxidantes, muchos de ellos procedentes de plantas"
En fin, sólo el tiempo dirá si los contactos iniciados entre Luc Montagnier y Catalysis pueden concretarse en un ensayo clínico que revalide a nivel científico internacional lo conseguido hasta el momento por el laboratorio español pero parece claro que con su visita Montagnier le ha demostrado a Catalysis una consideración de la que no anda muy sobrado en nuestro país.

LA TERCERA VÍA EN EL ABORDAJE DEL SIDA
Cabe añadir que Montagnier ha alcanzado evidentemente un punto intermedio en la actual dialéctica de enfrentamiento entre la postura oficial sobre el Sida -centrada en la existencia del virus y la eficacia de los tratamientos antirretrovirales como única respuesta terapéutica- y el grupo de investigadores que niegan la existencia del virus y/o lo consideran incapaz de producir por sí mismo el daño que se le atribuye. De hecho la teoría del estrés oxidativo como causa del Sida forma parte también de la argumentación del grupo de los denominados disidentes, unidos en su oposición a los tratamientos actuales por su toxicidad.
De momento, como figura principal o única de una visión intermedia, Montagnier ha pasado a defender en los foros internacionales la existencia de cofactores fundamentales para el desarrollo del Sida como la nutrición y el estrés oxidativo, aspectos que considera claves junto con las condiciones de vida para detener la epidemia que según los organismos oficiales asola África. "Podemos reducir la pandemia -dijo- incluso sin una vacuna. Sólo mejorando la higiene -por ejemplo proporcionando cloro para desinfectar- o simplemente electricidad se podría reducir la propagación del Sida en África. Mejorando las condiciones económicas y la educación de la población se podría hacer mucho más".
Montagnier ha llegado incluso a depositar en los antioxidantes la posibilidad de hacer del Sida una enfermedad crónica. "La posibilidad de reducir la apoptosis a una tasa normal -tiene dicho al respecto- en los linfocitos de los individuos infectados por el VIH pondría la infección por ese virus en un nivel similar a la monoclueosis y otras infecciones crónicas en las que se produce muerte celular pero el sistema inmune regresa a la normalidad después de un cierto período de tiempo. En el centro y etapas más tardías de la infección por el VIH la apoptosis es un problema crónico y permanente. Y los antioxidantes podrían reducir la tasa de apoptosis".
Debemos añadir, a nuestro entender, que la postura de Montagnier resulta aparentemente contradictoria. Porque si los fármacos utilizados hoy en pacientes con Sida son tóxicos (todos ellos) y provocan estrés oxidativo dañando las células y el propio Montagnier considera que el estrés oxidativo induce la replicación del VIH, ¿qué sentido tiene que los enfermos estén siendo tratados con tales fármacos? ¿Es suficiente justificación la necesidad de los antirretrovirales para combatir el VIH? Para Montagnier, sí. Para él los antirretrovirales, aun siendo causa también de estrés oxidativo, son necesarios para combatir el virus. "Los antioxidantes -dice- son necesarios en el tratamiento pero no son suficientes por sí mismos". Y, sin embargo, él mismo ha reconocido en Granada que el virus, estando altas las defensas del sistema inmune, no puede dañar a las personas.
En suma, un círculo vicioso del que el investigador francés quiere salir dando una importancia hasta ahora negada al uso de antioxidantes como refuerzo inmunitario y como parte de una medicina mucho más preventiva. "Creo que el futuro de la Medicina en su conjunto debe dirigirse hacia la medicina predictiva y preventiva -declaró Montagnier al bioquímico Richard A. Passwater en una entrevista titulada Antioxidant Nutrients and AIDS: Exploring the Posibilitéis (http://www.healthy.net/scr/Interview.asp?Id=187&xcntr=2) - ya que es mucho menos costosa para la sociedad, mejor para el individuo y preferible a la medicina curativa o la cirugía mutilante practicada en la actualidad. Creo que es mucho mejor para tratar a alguien que se encuentra todavía en buen estado de salud en lugar de esperar hasta que estén en cama en el hospital. Creo que, si prevalece mi opinión, podríamos establecer centros de análisis en Francia al igual que hemos hecho en Lieja (Bélgica). Hay algunos laboratorios en París que llevan a cabo las pruebas sobre el estrés oxidativo pero no son bien conocidos y son administrados privadamente. Deberíamos tener una red de estos centros donde la gente pudiera ser examinada pero esto implicaría la clase de educación inicial que anima a las personas sanas a que se pongan a prueba a sí mismos con regularidad en estos centros a fin de recibir el asesoramiento de sus médicos aun cuando no estén enfermos".
Terminamos diciendo que para nosotros es obvio, tras escuchar directamente a Luc Montagnier, que el abordaje del Sida no pasa por los cócteles antirretrovirales que las multinacionales quieren introducir a toda costa. Incluso si admitiéramos que el VIH puede ser causa del Sida. Ante todo, porque no son necesarios ya que el virus no lleva a nadie enfermar salvo que su sistema inmune esté deprimido. Y en segundo lugar porque intoxican el organismo, dañan las mitocondrias y provocan un fuerte estrés oxidativo que según el propio Montagnier induce la replicación del VIH. La higiene, una buena alimentación y sustancias naturales ricas en antioxidantes, vitaminas, minerales, enzimas y otros oligoelementos reforzadores del sistema inmune deberían ser suficientes para impedir el contagio. Y la ingesta de antivíricos naturales carentes de efectos secundarios -de muchos de los cuales hemos hablado en estas páginas- la solución cuando la persona ha sido infectada. ¿Asumirán esto los médicos? ¿Se harán eco de lo aquí dicho los medios de comunicación de masas controlados por la gran industria farmacéutica? Lo dudamos. Nos consolaremos pues sabiendo que al menos nuestros lectores están advertidos.


Antonio F Muro
 
Hace 25 años la Ministra de Sanidad estadounidense afirmó: “El Dr. Gallo ha aislado un virus que es la probable causa del Sida”. En los días siguientes la palabra “probable” desapareció. Había nacido el VIH/SIDA. Pocos después Science publicaba cuatro textos que Gallo les envió en marzo de 1984 y que son mundialmente considerados “los artículos de referencia que demuestran que Gallo aisló el virus causante del SIDA”. Pues bien, publicamos tres documentos que demuestran que Gallo mintió. Uno revela cómo manipuló el borrador escrito por su jefe de laboratorio, otro que no había virus en sus cultivos celulares y el tercero que no es cierto que hubiera encontrado un virus nuevo.

¿En qué se basa la versión oficial de que el SIDA -acrónimo de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida- es una enfermedad provocada por un retrovirus bautizado como Virus de la Inmunodeficiencia Humana o VIH? Porque cuando a las autoridades sanitarias, académicas, hospitalarias y médicas -especialistas en SIDA incluidos- de cualquier lugar del mundo se les pide formalmente que faciliten los artículos científicos de referencia que lo demuestran la respuesta suele ser ¡el silencio! ¿No se lo puede creer? Pues haga la prueba y solicítelos. Y ya le adelantamos que en los raros casos en que alguien responde lo hace remitiendo al consultante a que lea el artículo que el médico estadounidense Robert Gallo publicó en la revista Science el 4 de mayo de 1984 así como los tres complementarios que adjuntó. Lo que hace que saber cómo se gestaron esos textos sea de sumo interés porque con ellos nació la actual ficción VIH/SIDA. El primero fue un artículo que ocupó tres páginas y apareció ilustrado con apenas dos fotos. ¿Y cómo se forjó ese texto y de dónde se obtuvieron las fotos? Veámoslo porque la verdad no se ha sabido hasta hace apenas un año pero explica por qué Gallo no fue premiado con el Nobel de Medicina del 2008 junto a Luc Montagnier a pesar de que durante años se le consideró codescubridor del VIH.
Empezaremos diciendo que quienes han investigado con rigor e independencia el tema del SIDA llegaron ya a mediados de los años ochenta del pasado siglo XX a la conclusión de que no hay prueba científica alguna que avale la afirmación de que el VIH causa el SIDA. La diferencia es que algunos piensan que el VIH sí existe pero es inofensivo y otros que ni siquiera existe. En cualquier caso para quienes están tanto en una como en otra posición lo que sí está claro es que la versión oficial es falsa. Comparten asimismo la convicción de que los antirretrovirales utilizados en los hospitales no sólo son inútiles e innecesarios sino además tóxicos.
Y es que el 30 de junio del 2008 se constató que la tesis oficial de que el VIH es la causa del SIDA se basa en un fraude científico perpetrado por el Dr. Robert Gallo. Porque ese fue el día en el que apareció en Bristol (Reino Unido) el libro de la veterana periodista Janine Roberts titulado Miedo a lo invisible. Cuán temerosos debemos estar de virus y vacunas, de VIH y SIDA en el que por primera vez se hizo pública la documentación que demuestra la vergonzosa actuación de Robert Gallo. Veamos pues de forma cronológica y resumida qué se reveló en él:
Finales de ebrero de 1984.
El Dr. Mikulas Popovic, jefe del laboratorio del Dr. Gallo, empieza los ensayos que llevarían –al menos eso se alegaría- a constatar que el SIDA lo causa un virus desconocido hasta ese momento que se consigue identificar y aislar mientras el Dr. Gallo, de gira por Europa, da varias conferencias -incluida una en el Instituto Pasteur de París- en las que anuncia que están a punto de saber qué virus de la familia HTLV es la causa del SIDA. Tan seguro estaba -a pesar de que Popovic aún continuaba con la investigación y no lo había logrado en realidad- que antes de viajar había llegado a un acuerdo con la dirección de Science para concederle la exclusiva de “una importantísima primicia mundial que revolucionará el SIDA”.
Marzo de 1984.
Hacia el día 19 el Dr. Popovic redacta el borrador del artículo central que Gallo había prometido a Science y se lo deja para que cuando éste regrese de su gira europea lo lea marchándose luego a esquiar. Y, en efecto, Gallo lo encuentra pero pronto comprueba que se trata de algo que no cumple en absoluto las expectativas del sensacional hallazgo que estaba anunciando. Así que su reacción fue adaptar la realidad a sus deseos ¡cambiando descaradamente el contenido! Tachando simplemente lo que no concordaba con lo anunciado y llenando de correcciones -de su propio puño y letra- las diez páginas que le habían dejado. Es más, añadiría cinco folios. Y posteriormente introduciría otros cambios hasta que finalmente lo enviaría el día 30 a Science. Apuntando el texto, obviamente, en la dirección que había divulgado..
Abril de 1984.
Día 19. Science acepta los artículos remitidos por Gallo.
Día 22. El New York Times publica ¡en primera página! un artículo del influyente Dr. Lawrence K. Altman en el que se dice que el Dr. James O. Mason -director de los poderosos Centros de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos- considera que “el virus descubierto en Francia es la causa del SIDA”. Los responsables de los CDC tomaban así una posición contraria a la tesis de que la causa del SIDA es el nuevo virus que Gallo dice haber descubierto.
Día 23: Apenas 24 horas después la entonces Ministra de Sanidad estadounidense Margaret Heckler anunciaría a bombo y platillo en rueda de prensa “un nuevo éxito de la ciencia americana: el Dr. Gallo –afirma- ha aislado un virus que es la probable causa del Sida’”. Tal “contraataque” lo organizarían los igualmente poderosos Institutos Nacionales de Salud (NIH), uno de los cuales es el Instituto Nacional del Cáncer en el que, pura casualidad, trabajaba Gallo. Con tal apoyo institucional el virus americano tomaba la delantera mediática y política al virus francés. Sólo que a partir de entonces dejó de hablarse del virus como “probable causa” y aunque nadie había demostrado en realidad que un virus fuera lo que originaba el SIDA todo el mundo lo dio por hecho. Había nacido la “verdad política y social” de la relación VIH/SIDA.
Mayo de 1984.
Science publica el día 4 los artículos finalmente enviados por Gallo… apenas 35 días después de recibirlos. Algo insólito. Y es que aunque sólo habían transcurrido once días desde la conferencia de prensa dada por la ministra de Sanidad norteamericana los textos fueron ya leídos con las “gafas VIH/SIDA”. Con lo que la “verdad político-social” se convirtió en “verdad científico-médica”.

EL DOCUMENTO POPOVIC
Como ya adelantamos Gallo manipuló el texto escrito por Mikulas Popovic. Manipulaciones que hoy se conocen. Así, tachó con descaro la frase “A pesar de los intensos esfuerzos de investigación efectuados el agente causante del SIDA aún no ha sido identificado” (página. 4). Inconcebible. Porque el borrador donde se hacía esa rotunda afirmación, una vez manipulado, fue el que Gallo presentaría como “prueba científica” de que él y su equipo habían culminado sus ensayos con “la identificación del agente causal del SIDA” De hecho tuvo la desfachatez de sustituir sin más esa frase en el artículo que publicó en Science por la de “Nuestros hallazgos sugieren que un retrovirus de la familia HTLV puede ser el agente etiológico del SIDA”. Y luego, para apoyar su afirmación, mencionaría “nueve hallazgos” -con sus respectivas referencias- que no tenían nada que ver con los experimentos que había hecho Popovic.
Es más, Gallo tachó en diagonal el Abstract (Resumen) hecho por Popovic y escribió debajo: “Este resumen es demasiado trivial para un posible artículo innovador en Science”.
Hasta cambió el título. El de Popovic era Obtención y producción continua de retrovirus linfotrópico de células T humanas (VLTH-III) de pacientes con SIDA. El que saldría en Science fue el de Detección, aislamiento y producción continua de retrovirus citopáticos (VLTH-III) de pacientes con SIDA y pre-SIDA.
Y eso a pesar de que en el borrador del Dr. Popovic no se hacía referencia en ningún momento a que sus investigaciones tuviesen como objetivo “aislar un nuevo virus” ni que se buscase demostrar ‘citopaticidad’ alguna. Y aún menos, por tanto, podía haber tenido en mente buscar “el virus que probablemente causa el SIDA”. Entre otras razones porque eso exige haber aislado antes el presunto virus responsable y demostrar que mata las células T4 (que es lo que oficialmente se atribuye al VIH). Lo que nunca se hizo.
Para mayor sorpresa, tampoco el artículo finalmente publicado en Science aborda ni el aislamiento ni la citopaticidad de un supuesto ‘nuevo virus HTLV-III’ ¡aunque lo proclamaba en el título! Es más, los añadidos a mano del Dr. Gallo tampoco lo pretendieron. En realidad se limitaron a expresiones generales y vagas del tipo “Sugerimos que (la causa del SIDA) puede ser…” o “Esta hipótesis se basa en…”.
De hecho la conclusión de los experimentos de Popovic fue efectivamente tan trivial que éste ni siquiera llegó a redactarla. Y el Dr. Gallo sólo se atrevería a escribir frases como “se ha abierto el camino para detectar,” “proporciona una primera oportunidad de realizar un análisis detallado” o “este sistema abre el camino hacia la detección rutinaria y rápida del HTLV-III y variantes citopáticas de HTLV asociadas’. En suma, meras posibilidades.

El DOCUMENTO GONDA
En cuanto a las fotos el Dr. Gallo hizo enviar al Laboratorio de Microscopía Electrónica muestras de sus cultivos celulares –los que presuntamente contenían el virus HTLV-III- para que se obtuviesen las correspondientes imágenes a fin de ilustrar los artículos de Science. Pues bien, el Dr. Matthew A. Gonda –director del laboratorio- respondería el 26 de marzo de 1984 a esa iniciativa con una carta de diez líneas que decían: “El Dr. Gallo deseaba estos micrógrafos para publicar porque contenían partículas HTLV. (…) Y me gustaría puntualizar que las ‘partículas’ (…) son desechos de una célula degenerada. No se han observado en parte alguna del precipitado partículas libres entre las células ni ‘partículas semejantes-a-virus’ extracelulares. Las pequeñas vesículas extracelulares (…) son por lo menos un 50% más pequeñas que las partículas maduras de HTLV vistas de tipo I, II o III. Insisto: estas vesículas pueden ser encontradas en cualquier precipitado celular” Y por si alguien dudara Gonda concluye agregando de forma rotunda: ‘No creo que ninguna de las partículas fotografiadas sea de HTLV I, II o III’.
¿Y qué decidió ante tan desazonadora respuesta el Dr. Gallo? Hacer caso omiso y adjuntar el 30 de marzo al artículo manipulado algunas de las fotos (a pesar de que según Gonda no constataban la existencia de virus alguno) como lo demuestra que en la nota 17 del segundo artículo publicado en Science se le agradece expresamente a éste las fotos publicadas.

El DOCUMENTO MINOWADA
Cabe añadir que el 29 de marzo de 1984 -el día anterior a que remitiera sus artículos a Science- Gallo envió una carta muy reveladora al Dr. Jun Minowada -de la Universidad de Loyola en Illinois (EEUU)- en cuya parte final decía: “No me sorprende que no haya encontrado usted expresión de la proteína p19 en células frescas de pacientes de SIDA. Es extremadamente infrecuente encontrar células frescas que expresen el virus (…) Para inducir el virus parece ser necesario el cultivo de células. Lo que probablemente se debe a que así se eliminan los factores inhibidores presentes en el paciente”.
En otras palabras, el Dr. Gallo reconoce abiertamente en esa carta que el VIH –e insistimos en que en realidad habla de un virus hipotético que nunca aisló- solo se puede expresar ¡in vitro, en cultivos celulares! pero no en un ser vivo porque las defensas del organismo lo impedirían al eliminarlo. Además que no había encontrado virus alguno al que responsabilizar del SIDA lo demuestra la última frase de la carta: “Por último, ahora sabemos que hay muchas variantes de HTLV-I. Y creemos que la causa del SIDA es una variante mucho más citopática”. En suma, todo apunta a que aún estaban buscando algún virus. A pesar de lo cual al día siguiente enviaba sus cuatro artículos a Science diciendo que ya lo había descubierto.

TRES DOCUMENTOS DEMOLEDORES
Es evidente que los tres documentos mencionados –y seguro que hay más por lo que luego explicaremos- demuestran de manera irrefutable que el Dr. Gallo manipuló y tergiversó de forma consciente e intencionada tanto el contenido real de sus investigaciones como los resultados. Se trata pues de documentos de importancia capital y alcance mundial. ¿Y cómo han sido obtenidos?
La verdad es que los experimentos del Dr. Gallo y su equipo -desde la invención del SIDA en 1981 hasta la invención del VIH/SIDA en 1984- fueron sometidos a una muy intensa inspección. Nada menos que por cuatro comisiones de investigación establecidas al máximo nivel estadounidense. Vigilancia que se decidió hacer tras la publicación del llamado Informe Crewdson que con una extensión de 50.000 palabras fue publicado el 19 de noviembre de 1989 en 16 páginas del periódico Chicago Tribune con el título The Great AIDS Quest (La gran búsqueda del SIDA). Escrito por el periodista John Crewdson -Premio Pulitzer en 1981- tras veinte meses de investigación éste llegó a la conclusión de que “la historia que emerge es menos heroica de lo que se suele presentar pero no menos espectacular: datos falseados y experimentos secretos, virus fantasmas y genes desaparecidos, resultados irreproducibles y notas de laboratorio embrolladas, cultivos sin etiquetar y fotografías manipuladas. ****..) Es la historia de un científico influyente e intimidador que persiguió un virus erróneo durante más de un año para luego invertir la situación y emerger con un hermano virtual genéticamente gemelo del virus que había sido realmente descubierto por sus rivales de París y que le habían entregado meses atrás. Lo que ocurrió en el laboratorio de Robert Gallo durante el invierno del 83 al 84 es un misterio que quizás no será nunca definitivamente aclarado pero la evidencia es abrumadora: o fue un error o un robo”.
Contundente y demoledor. Lo que a Crewdson se le escapó sin embargo –o no quiso ver- es que tampoco en París se había sido aislado ningún virus. Que el Dr. Gallo utilizase -sin reconocerlo- los cultivos celulares del Dr. Montagnier no significa que le robase virus alguno sino simplemente que pudo reproducir los mismos fenómenos biológicos -en particular, la transcripción inversa, es decir, la conversión de ARN a ADN- y que los utilizó asimismo como indicadores indirectos de la presencia de un supuesto retrovirus. Y añadiremos, por si aun tiene alguna duda de que Gallo utilizó las muestras enviadas por Montagnier, que el propio Dr. Popovic lo reconoció por dos veces en su borrador. Frases que Gallo tacharía anotando al lado respectivamente: “No termino de creérmelo. Eres absolutamente increíble” y “Mika, estás LOCO” (así, en mayúsculas).
Es por cierto ilustrativo de cómo es y actúa el Dr. Gallo saber la actitud que tuvo ante Crewdson: sólo le contestó una vez -por teléfono- a algunas preguntas y no aceptó entrevista personal alguna. Entre otros intentos -y a petición del abogado del Dr. Gallo- el Chicago Tribune le envió el 19 de diciembre de 1988 una lista con 188 preguntas. No hubo respuesta. El 28 de julio de 1989 se le envió otra lista de preguntas. Tampoco hubo respuesta. En octubre de 1989 volvió a remitírsele otra carta indicando en ella que la ausencia de respuesta sería considerada una negativa a conceder entrevista alguna. De nuevo silencio. Y agregaremos que la actitud saboteadora de Gallo incluyó a su entorno pues también se negaron a conceder entrevistas sus colaboradores, entre ellos el Dr. Popovic.
Bueno, pues fue a raíz de la publicación de ese reportaje/informe cuando entre 1990 y 1994 se pusieron en marcha varias investigaciones oficiales sobre Gallo que terminarían dando lugar a cuatro informes de instituciones oficiales estadounidenses del máximo nivel. Una de ellas llevada a cabo ¡por el propio servicio secreto encargado de la seguridad del Presidente de Estados Unidos! que encontró suficientes evidencias de fraude como para remitir la investigación al Fiscal General. Lo “singular” es que como había transcurrido demasiado tiempo desde la presunta comisión del delito Gallo no pudo ser procesado penalmente.
De forma breve diremos que tras rescatar y compilar más de 300 documentos relacionados con los ensayos efectuados en el laboratorio del Dr. Gallo las principales conclusiones a las que llegaron los investigadores fueron que había evidencias aplastantes de que las repetidas afirmaciones de Gallo de que había aislado el VIH eran falsas, que el experimento de febrero de 1984 fue tan defectuoso y cuestionable en tantos aspectos que poca o nula confianza se podía depositar en los hallazgos proclamados y que las instituciones gubernamentales, al decidir proteger a Gallo, defendieron durante años lo indefendible.
Tal fue la razón de que finalmente se ofreciera al Gobierno francés el reconocimiento público por parte de los NIH de que “el Instituto Pasteur había encontrado el VIH primero” a lo que se añadió el compromiso de pagar una compensación económica por los royalties de los llamados “tests del SIDA”. Obligándose de paso a Gallo a abandonar los NIH (tras lo cual la industria farmacéutica, siempre encantada de tener a sus órdenes personas con ética, le ofrecería de inmediato su propio centro privado de “investigación”).

ACTITUDES INCOMPRENSIBLES
Llegados a este punto suponemos que el lector se preguntará por qué los investigadores que investigaron el asunto no se dieron cuenta del fraude. Y una posible respuesta es que quizás lo único que de verdad les preocupaba era determinar la “paternidad” del supuesto virus responsable del SIDA. Aunque lo más sangrante es que ni la documentación de Gallo ni la de Montagnier demostraba la existencia de que hubiera un virus nuevo y menos aún que causaba el SIDA. Algo que antes o después saldrá a la luz. Como ha salido lo que hizo el Dr. Gallo –para su sorpresa- por la sencilla razón de que estaba convencido de que sus manipulaciones se habían quedado entre Mika Popovic y él, y de que la prueba de su falsificación había sido destruida. Lo que no ocurrió porque Popovic, muy preocupado al ver el alcance de los cambios introducidos por Gallo en su texto, decidió protegerse y enviar una copia de todo a su hermana que vivía en Austria. Que hizo bien lo demuestra que a poco de comenzar las investigaciones oficiales le pidió a ésta que se la devolviese. Y es que tras un interrogatorio Popovic recibió una grabación que contenía no sólo las respuestas que dio a las preguntas que le habían sido formuladas por los investigadores sino ¡los comentarios que tras su marcha éstos hicieron! Algo que le alarmó profundamente ya que en ellos se indicaba claramente que iba ser acusado de mala práctica científica en lugar del Dr. Gallo. Con lo que a la mañana siguiente su abogado entregó el borrador manipulado a los investigadores que pronto verificaron que los cambios habían sido hechos efectivamente a mano por Gallo.
Bueno, pues debemos decir que a pesar de todo esto aún hay quien otorga credibilidad científica a Gallo. Sin embargo, ¿cuál ha sido en los últimos años su actitud? Hace ahora un lustro la versión on line del British Medical Journal alojó un debate entre quienes creen en la versión oficial del VIH/SIDA y los científicos que niegan esa relación. Un debate que se desarrolló entre el 28 de febrero del 2003 y el 17 de abril del 2005. Y en él, entre otros muchos asuntos, se abordó algo tan simple y fundamental como si el VIH ha sido alguna vez aislado. Pues bien, aunque el Dr. Gallo fue invitado reiteradamente a dar explicaciones y pruebas de ello se negó siempre en redondo. Como se negaría -de mala manera- a formar parte del panel de expertos que con presencia de defensores y detractores de la versión oficial se constituyó el año 2000 para debatir las dudas existentes por iniciativa del entonces presidente de Sudáfrica Thabo Mbeki (invitamos al lector a leer en nuestra web –wwuw.dsalud.com-el amplio reportaje que esta revista publicó sobre ello en el nº 18 correspondiente a Julio del 2000 con el título ¿Comienza por fin el debate sobre el SIDA?).
Claro que quien esto escribe ha pedido personalmente dos veces al Dr. Gallo “las pruebas científicas que demuestran que realmente aisló el VIH”. La primera el 16 de abril de 1997 cuando entregué una propuesta escrita a La Caixa -que habíatraído a España al Dr. Gallo para impartir en sus instalaciones una conferencia titulada precisamente El descubrimiento de los retrovirus y del VIH- en la que proponía que se abriera tras la misma un debate sobre el tema con Gallo sin que se dignaran a responderme (aunque Gallo, informado, despachó la cuestión desde su mesa de conferenciante diciendo textualmente: “Algunos, para hacerse famosos, se colgarían de una avioneta fosforescente volando a gran altura”). La segunda fue durante la XII Conferencia Internacional de SIDA celebrada en Ginebra en 1998. En el transcurso de una rueda internacional de prensa en la que el Dr. Gallo era el invitado principal tomé el micrófono y le pregunté: “Dr. Gallo, ¿entregará Ud. a los huelguistas de hambre que están a las puertas del Congreso las pruebas científicas que piden de que usted aisló el VIH?” Su respuesta fue desplazar la silla hacia atrás, estirar las piernas hacia delante, cruzar los pies, ponerse las manos detrás de la nuca y farfullar en voz baja “Shut up!’ (¡Cierra el pico!). Y yo pregunto: ¿es ésa la respuesta que daría un científico que no tiene nada que ocultar? Bueno, pues su negativa no le pareció improcedente ni significativa a ninguno del centenar largo de autocalificados “periodistas especializados en VIH/SIDA” de medio mundo allí presentes.
Afortunadamente quienes sí saben de qué va esto han empezado a movilizarse. El 1 de diciembre del 2008 treinta y siete investigadores de 14 países dirigieron una carta al actual Editor Jefe de Science, Bruce Alberts, en la que apoyándose en los tres documentos aquí mencionados le piden que la revista retire formalmente los artículos de Gallo publicados en 1984 una vez demostrado que son un fraude. Una carta que concluye así: “Para la credibilidad de la investigación científica es vital que sean retirados los artículos que se demuestre que son defectuosos o están falsificados. Y como quiera que hoy existen documentos públicos que demuestran que los artículos de Gallo sacan conclusiones injustificadas su retirada de Science es muy importante para mantener la integridad científica. Los futuros investigadores deben también entender que no pueden basar sus declaraciones sobre VIH y SIDA en los artículos de 1984 de Gallo. Todos los autores de artículos que se basaron en esos cuatro textos deberían tener la oportunidad de reconsiderar sus propias conclusiones por si resultan debilitadas por estas revelaciones”.
Estamos a mediados de marzo del 2009 y aún no ha habido respuesta. Claro que ya en su número de 8 de enero de 1993 Science publicó un artículo titulado HHS: Gallo Guilty of Misconduct -es decir, Ministerio de Sanidad: Gallo culpable de mala práctica- cuyo subtítulo decía: El veredicto es que al ocultar el hecho de que su laboratorio puso el virus francés en una línea celular permanente Robert Gallo intentó engañar a la comunidad científica. Cierto. Luego, ¿por qué se ha seguido dando crédito a Gallo? Sencillamente porque detrás de todo esto hay algo muy grave a tapar que además ha generado un gigantesco negocio. Absolutamente fraudulento todo porque, ¿sabía que los experimentos que Gallo aseguró haber realizado en 1984 en su laboratorio no se han reproducido jamás? Este simple hecho los descalifica a nivel científico. Y los experimentos que indican algunos manuales de Virología para “producir, detectar y aislar el VIH” son un entretenimiento académico sin base virológica alguna porque tal cosa nunca se ha logrado realmente.

Y MONTAGNIER TAMPOCO HA AISLADO EL VIRUS
Mucha gente lo ignora pero a la mayoría de los expertos en SIDA que a Montagnier se le diera en el 2008 el Nobel de Medicina no les gustó nada. ¿Por qué? Pues porque le consideran casi ¡un disidente! Y no les falta razón. Lo es doblemente: tanto en lo que se refiere a la presunta causa del SIDA como en cuanto al tratamiento. A fin de cuentas ya en 1990 reconoció que en la aparición del SIDA tenía que haber “otros cofactores puesto que el VIH no puede por sí solo matar célula alguna. Hace falta –añadiría- que exista otro factor que actúe al mismo tiempo sobre la misma célula”. Reconocimiento que le llevó a buscar durante una década ese cofactor -o cofactores- en micoplasmas y otros microbios…¡sin encontrar ninguno! De ahí que llegase a la conclusión hace unos años de que tales cofactores no eran microbianos sino nutricionales y psicoemocionales: malos hábitos de vida, miedo, angustia, problemas psicológicos, etc. Es más, cuando en 1997 el periodista Djamel Tahi insistió en preguntarle sobre el aislamiento del llamado “virus del SIDA” Montagnier contestó: “Se lo repito: no purificamos”. Con lo que reconoció implícitamente no haber aislado nunca el presunto virus conocido como VIH.
Disiente asimismo Montagnier de los tratamientos que deben aplicarse a las personas catalogadas como enfermas de SIDA porque hace ya más de diez años comenzó a recomendar que los fármacos antirretrovirales se tomasen sólo unos pocos meses –sabedor de que son muy tóxicos- y empezó a poner el acento en ¡ingerir antioxidantes y llevar una vida sana! Y sigue pensando que es lo adecuado. Lo demuestra que en diciembre del 2007 acudió Madrid para visitar el laboratorio Catalysis para conocer de primera mano cómo obtenían sus potentes antioxidantes (el lector puede leer en nuestra web –[la entrevista que esta revista mantuvo con Luc Montagnier en ese laboratorio y que apareció en el nº 102 correspondiente a febrero del 2008 donde no tuvo reparo en decir textualmente: “El VIH sólo es un problema grave si el sistema inmune está deprimido”).
Posición que no modificó al recibir el Nobel porque cuatro días después de saber que se le había concedido contestó a la pregunta ¿Qué personas tienen más riesgo de desarrollar el SIDA? lo siguiente: “El virus actúa en aquellos organismos que presentan ya una situación degradada por el consumo de drogas o por una vida complicada, con abuso de alcohol o escasa atención a la alimentación. Algunas personas sanas pueden ser infectadas por el virus durante un breve periodo pero pueden desembarazarse de él enseguida. La moraleja de todo esto es que hay que llevar una vida responsable y evitar otras infecciones’. (El País, 12 de octubre de 2008).

EL SIDA ES MÁS QUE UN SIMPLE NEGOCIO
Terminamos este texto recordando que poco después de la aparición del libro antes mencionado de Janine Roberts -Miedo a lo invisible- el veterano policía y detective californiano Clark Baker definió directamente el montaje SIDA como algo puramente delictivo. De hecho en el informe que presentó tras investigarlo y que tituló El huevo de Gallo afirmaría: “No se precisa de formación médica alguna para investigar conductas fraudulentas o criminales así como la financiación utilizada (…) No se requiere un cerebro de neurocirujano para ver que ningún científico ha demostrado nunca que el VIH: 1) existe; 2) ataca células; y, 3) causa el SIDA. (…) La clave de todo este enorme entramado se encuentra (…) en la declaración original misma del propio Dr. Gallo sobre el VIH. (…) Tras haber investigado miles de crímenes y haber arrestado a centenares de miembros de bandas criminales y otras gamas de depredadores reconozco un asunto criminal en cuanto lo huelo. El VIH/SIDA convierte la estafa de Enron en un juego de niños”.
Bueno, pues los “expertos” en SIDA siguen tratando a millones de personas con supuestos antirretrovirales para un virus que ni siquiera está demostrado que exista. Lo que sí está demostrado es que la relación VIH/SIDA se basó en un fraude científico.

Luis Botinas
Luis Botinas –cofundador hace años de Plural-21, Asociación para el cuidado de la vida en un planeta vivo y actual Presidente- acaba de terminar sobre este asunto un libro que se presentará probablemente en junio y que lleva por título El VIH/SIDA no existe. Preguntas para desmontar un invento “made in USA”.